24 de junio de 2009

Enterramientos

Los fenicios señalaban las tumbas en el exterior con unas piedras, talladas o no, a las que denominaban massebat. Las inscripciones mencionan a menudo el término "massebat entre los vivos" aludiendo a la señalización pétrea como una materialización física del alma del muerto. El massebat funcionó en la cultura fenicia como soporte del alma, que de esa manera se mantenía siempre viva.

El tipo de tumba por excelencia es el hipogeo, es decir, la tumba de cámara excavada en la roca. A estos hipogeos se podía acceder desde un pozo vertical o desde un corredor. Este "dromos" podía ser una rampa lisa de piedra o de arena, con una inclinación aproximada de unos 25º, o bien estar escalonado.

A los muertos se les concedían cuidados particulares. El alma vegetativa, nephesh, exigía que se la asegurasen alimentos y agua, y así se hacía. Para esto último algunas tumbas estaban provistas de ingeniosos dispositivos destinados a hacerla llegar hasta el difunto. Además del alma nephesh existía el espíritu ruach. La primera permanecía junto al cuerpo, en la tumba; el último se alejaba por el contrario. A la que permanecía se la alimentaba, al otro no. La nephesh residía en las entrañas, el ruach en el corazón (sitio de la inteligencia según los fenicios) y en la sangre.


Fuentes: "Historia de las religiones" de Juan B. Bergua y Juan Bautista Bergua Olavarrieta, "Los fenicios" de Fernando Prados Martínez

2 de junio de 2009

Los Sacrificios

Los sacrificios de los fenicios, a causa de su carácter sanguinario, eran célebres en la antigüedad.

La religión, como todo lo social, es un consecuencia de la psicología de los pueblos. Un pueblo agricultor producirá una religión tranquila, sus dioses serán agrarios y sus sacrificios consistirán en productos de la tierra. Un pueblo guerrero u oligárquico, tenía que caer en los sacrificios sangrientos. Por eso los sacrificios humanos (molk) de este pueblo fueron más bárbaros y más duraderos que en ningún otro de la antigüedad.

Los rituales se realizaban tanto en recintos cerrados como en espacios abiertos, especialmente bosques y colinas. Los bamah (lugares de culto) disponían de un altar de sacrificios y una representación no antropomorfizada del dios en cuestión. En el recinto exterior de los templos se erigía una pequeña colina artificial que servía de bamah.

En teoría, los molk se realizaban como ofrendas a las divinidades en circunstancias de peligro para el estado, momento en el que se sacrificarían los hijos primogénitos de las familias principales de la ciudad, aunque se admitía la compra de un niño de una clase social inferior como víctima sustitutiva.

Otros investigadores han indicado que el molk consistía en un infanticio encubierto, y que su auténtica función era actuar como mecanismo regulador de la población en respuesta a una crisis económica.

En Cartago se ha descubierto un amplio recinto en el que durante siglos se amontonaban las urnas que contenían los huesos calcinados de los niños inmolados en los sacrificios.

Con el tiempo los animales sustituyeron a los niños. En los sacrificios de fundación que durante siglos exigieron siempre una víctima humana, se acabó por sustituir ésta por una lámpara.


Fuente: "Historia de las religiones" de Juan B. Bergua, "Protohistoria" de Francisco Gracia Alonso y Glòria Munilla Cabrillana