
El tipo de tumba por excelencia es el hipogeo, es decir, la tumba de cámara excavada en la roca. A estos hipogeos se podía acceder desde un pozo vertical o desde un corredor. Este "dromos" podía ser una rampa lisa de piedra o de arena, con una inclinación aproximada de unos 25º, o bien estar escalonado.
A los muertos se les concedían cuidados particulares. El alma vegetativa, nephesh, exigía que se la asegurasen alimentos y agua, y así se hacía. Para esto último algunas tumbas estaban provistas de ingeniosos dispositivos destinados a hacerla llegar hasta el difunto. Además del alma nephesh existía el espíritu ruach. La primera permanecía junto al cuerpo, en la tumba; el último se alejaba por el contrario. A la que permanecía se la alimentaba, al otro no. La nephesh residía en las entrañas, el ruach en el corazón (sitio de la inteligencia según los fenicios) y en la sangre.
Fuentes: "Historia de las religiones" de Juan B. Bergua y Juan Bautista Bergua Olavarrieta, "Los fenicios" de Fernando Prados Martínez